martes, 26 de enero de 2016

¿Otra vez la crisis?

Por Gonzalo García Núñez

La desaceleración económica ha despertado una sentida incertidumbre en la economía internacional.

Las preguntas dirigidas al economista principal del FMI, Maurice Obsteldt durante la conferencia del miércoles 20 (Davos adportas) así lo confirman, al constatarse la revisión (a la baja) de las perspectivas del crecimiento mundial.

Se vive una inflexión tipo crisis 2008, que como hoy, gatilló una caída generalizada de las bolsas. El alud se desbordó al crédito subprime. De la banca a las picadas garantías de aseguradoras financieras. Y al descalce de las hoja de balance de imprudentes empresas privadas. Quebró al sistema financiero, después papá Estado lo rescató in extremis.

Hoy se sufre la reversión del flujo de capitales de corto plazo. Los dólares salen de las reservas de los países emergentes y vuelan hacia Nueva York, atraídos por la nueva tasa de interés de la FED. Estas fluctuaciones mayores desarman la gestión de los tipos de cambio de los principales mercados monetarios, China incluida.

Esta desvalorización se transmite al sector real. Caen los ingresos de los países commodities abastecedores de hidrocarburos y metales. En el Pacífico se derrumba el cobre.
El capital productivo se deprime, suben inventarios y frena la circulación de mercancías (Baltic índex cae vertical).

Apreciación del dólar y devaluaciones competitivas, sobretodo el yuan, explosión de la deuda privada, son señales de un gigantesco desorden bajo los cielos. ¿Ha llegado el tiempo de otra crisis global?

Conviene entonces repensar la dirección de la economía peruana. Hay que emigrar rápido hacia praderas menos riesgosas. Una política solo contra cíclica es insuficiente. Por tanto, habría que desengancharse de los
vaivenes de la economía global. Urge entonces transitar una ruta de salida del modo primario exportador hacia una vía peruana y sudamericana a la industrialización. Indispensable para una agresiva política de soporte a
la demanda efectiva, un buen manejo de recursos naturales y energéticos, ampliación de empleos y expansión de los mercados internos en un marco regional sudamericano, unidad continental abierta a la absorción del conocimiento, usando la capacidad de la cooperación internacional que presagia el apretón de manos de Obama y Raúl Castro.

Modelo productivo hecho de valor añadido y clústeres en un enjambre de circuitos productivos que deje el chatarreado patrón primario-exportador por formas superiores y modernas de organización. Como lo hizo, en su tiempo, Corea del Sur. O China, Vietnam, India. Un Perú activo en todas las ramas, insertando servicios modernos, conocimiento científico, ingenieril, tecnológico e innovador.Un programa de transición. Una
genuina gran transformación productiva hacia la modernidad e independencia de lo nuevo.

Un Proyecto que tiene que ser sudamericano por la vinculación de mercados interiores, abiertos al intercambio y complementariedad por la integración de la infraestructura. Y conectado a las rutas mundiales -sobre todo el Pacifico, Asia y China- (para eso debería servir los TLCS), sustentado en un estilo de crecimiento endógeno (“desde dentro y hacia afuera”).

La variable esencial seria el despliegue de inversión en fábricas, ampliar el espacio de la circulación, buscar el pleno empleo y la innovación por las capacidades y talentos de los trabajadores y la chispa PYME. Se trata de quebrar la ley de hierro del neoliberalismo, hacedor de desempleos y remplazarlo por un gran emprendimiento civilizador.

Estas ideas están bien implantadas: vienen de Sraffa hasta la macroeconomía avanzada del MIT. (Philippe Aghion, Peter Howitt, Charles Jones, David y Cristina Romer).

En suma, un sistema productivo cimentado en redes de “muy innovadoras industrias industrializantes” dentro demercados sudamericanos, mirando el mundo desde el Pacifico y el sur.

En los albores de la industrialización e integración de América Latina eran nuevas Industrias industrializantes las fábricas de la siderurgia, la metal mecánica, los hornos de la metalurgia minera, cementeras, los polímeros de petroquímicas, ácidos de las químicas pesadas, la electrónica, las refineras de circuito de hidrocarburos, la energía nuclear.

¿Cuáles son las nuevas industrias industrializantes de hoy? Siempre las que insertan un cambio revolucionario de la función de producción-capital técnico, trabajo, ciencia, tecnología e innovación. Aquellas que aceleran las ganancias de productividad en todas las escalas de la producción, el consumo y la circulación del capital. Nanotecnologías, la ergonomía, la miniaturización de procesos, las biotecnologías. Dominar la automática, la robótica, la inteligencia artificial. Acceder a las redes de teleprocesos, los lenguajes de programación, la informática, multimedia, la inteligencia artificial, la industria 3D, aeroespacial. Y la valoración de la biodiversidad, genotipos, genética, las semillas mejoradas, los controladores biológicos, la fertilización inducida, la reproducción de las especies. Importa el agua, la masificación del riego tecnificado, micro tubos, aspersión, desalinización, nuevos métodos de siembra y cosecha, hidroponía, la maquinización y automatización, control numérico de los procesos productivos rurales, energías renovables, solar, eólica, mareomotriz, hidráulica. Serán las mediaciones actualizadas de un tablero inter sectorial cada vez más denso, respetuoso del ambiente, y en lucha contra el cambio climático.

lunes, 18 de enero de 2016

Elecciones: ¿sociología o política?

Por Fernando de la Flor A.

Es usual que en vísperas de realizarse las elecciones para elegir al próximo presidente de la república, se produzca la vorágine de encuestas, análisis, previsiones, anticipos de resultados, y hasta adivinanzas, acerca de quién resultará elegido de los diez y nueve candidatos que se han presentado.

Ese fenómeno es reiterado, de un lado y del otro: es decir, no debe llamar la atención la cantidad de candidatos ni tampoco el esfuerzo de interpretación de nuestros analistas. Hay bastante materia para seguir especulando hasta el próximo 10 de abril.

Lo que me está llamando la atención, a diferencia de ocasiones anteriores, es la virtual coincidencia acerca de que esta elección, conceptualmente hablando, representaría nuevamente el triunfo de la sociología a la política.

Me explico: se sostiene que la elección estará entre quienes le produzcan a la ciudadanía más empatía, una especie de meta o aspiración personal a lograrse. Así, se dice que aspirar a ser como Keiko Fujimori – primera en todas las encuestas de opinión hasta el momento – heredera de un gobierno que exhibe como activo haber estabilizado económicamente y pacificado el país (sin considerar los costos asumidos), o como César Acuña – el candidato que sorprendentemente va creciendo en las encuestas – un cholo que llegó a ser rico – dice que tiene plata como cancha, a costa de su esfuerzo y trabajo (hasta donde se conoce) – sería la disyuntiva que tendría el electorado para elegir al candidato de su preferencia.

Nicolás Lynch, en su reciente artículo de Otra Mirada del 14 de enero pasado, ¿Por qué suben y bajan los candidatos?, lo señala claramente y pide ayuda para equivocarse. Este artículo es para darle esa ayuda.


El Perú de hoy es sustancialmente distinto al de algunas décadas atrás. La elección del año ochenta (estamos hablando de treinta cinco años atrás), en la que Fernando Belaúnde ganó en primera vuelta, contra todo pronóstico, fue, principalmente, la del resarcimiento al golpe militar que lo defenestró de la presidencia. La juventud y novedad de Alan García en 1985 determinó su arrollador triunfo. Podría decirse, entonces, que en tales casos, a pesar del oficio profesional de los elegidos, la sociología se impuso a la política. Algo parecido puede señalarse de las otras elecciones: Fujimori fue elegido como un acto de protesta popular a la caótica situación del país. Se decía que era un salto al vacío. Alguien, con mucho ingenio y bastante coprolalia, dijo que el Perú se había tirado un pedo.

Hasta la elección de Toledo en el año 2001 podría ingresar en esa categoría: la del predominio de la sociología a la política.

Desde que la pobreza en el país comenzó a reducirse drásticamente y, como consecuencia, las clases medias empezaron a incrementarse, fenómenos ambos que se producen de manera acelerada y sostenida con el inicio del nuevo siglo, a pesar del franco desinterés que la política genera en la ciudadanía, lo cierto es que, ahora, cada quien tiene algo que defender: su trabajo, su pequeña empresa, su casa, la educación de sus hijos, cumplir aspiraciones personales. Y sabe, también, que en una elección presidencial eso está en juego, a pesar de su desprecio por la política y los políticos.

Hay pues, un nuevo rostro del Perú: más gente tiene más por defender y sabe – como anticipé- que su voto en una elección presidencial cuenta para eso, a diferencia de los procesos electorales anteriores, de décadas atrás, en los que la situación del país era tan penosa que la mayoría de quienes votaban lo hacía sin nada por defender: no perdían nada, pues nada tenían, haciendo de su voto una protesta. El caso de Fujimori es emblemático en ese sentido.

Considero que la elección de Alan García, ganándole a Ollanta Humala el año 2006, y la del propio Humala imponiéndose a Keijo Fujimori el año 2011, constituyen un anticipo del cambio de giro de la sociología a la política en las elecciones presidenciales, para utilizar los términos conceptuales de Nicolás Lynch en su análisis. Claro, estamos hablando de sociología y política con mayúsculas, como expresión de fenómenos sociales explicados dentro de categorías conceptualmente reconocidas.

En tal sentido, entonces, anticipar que esta elección será entre prototipos aspiracionales de la gente y juegos artificiales de la campaña –predominio de la sociología– antes que identificación de quién será el que mejor y más seguridad le presta a lo que cada uno ha logrado a costa de trabajo y esfuerzo –predominio de la política– estimo que es un error.

Evidentemente, como en todo proceso electoral, también habrá payasos y payasadas, bailes, música, pica pica, vedetes, nalgas exhibidas y hasta quienes hablen diciendo ¡carajo¡ pero, al final, la ciudadanía sabe que ahora tiene algo que defender. Y la política (el arte de ser gobierno y gobernar, para el pueblo, con el pueblo y por el pueblo), se impondrá a la sociología.